José Ignacio Raluy es el protagonsta de esta historia que por sí misma ya es una novedad en nuestra comarca y provincia, aumentada por el hecho de ubicarse en Calasanz. El proyecto lo complementa con las granjas que gestiona el mismo, además de un centro de inseminación que tiene en funcionamiento desde hace quince años. Cerrando el círculo productivo, la industria ofrece un valor añadido con la producción y comercialización de hamburguesas, pinchos o salchichas que realiza con la carne de los conejos sacrificados.
En la comarca de La Litera contamos con gente emprendedora de la más diversa índole. Personas que luchan por crecer día a día dentro de un panorama empresarial complejo, pero que sigue ofreciendo oportunidades a fuerza de buscar e imaginar.
El nombre de José Ignacio Raluy, natural de Calasanz, está vinculado al mundo de los conejos, y es que durante más de dos décadas ha ido dándole a su negocio una vuelta de tuerca tras otra, hasta convertirse en todo un referente en nuestra zona. La apertura, el pasado verano, de un matadero de conejos ha sido su último paso al frente. Pero la historia se remonta al año 1992, ya que tras acabar sus estudios de Formación Profesional, José Ignacio decidió poner en marcha una granja de conejos. Con el paso del tiempo fue aumentando el número de animales, a la vez que apostó por un centro de inseminación. “Lo monté en la misma granja que ya tenía desde hacía unos años, pero después por legislación me obligaron a sacarlo fuera, y aproveché para hacer uno más grande que cuenta con capacidad para setecientos machos de conejo para producir semen que se almacena en monodosis.”, explica José Ignacio. Su última aventura empresarial ha sido la construcción de un matadero de conejos en Calasanz. Trescientos metros cuadrados son los que ocupa esta nueva infraestructura que cuenta con toda la maquinaria necesaria para poder matar hasta veinte mil conejos a la semana. “Llevaba ya un par de años dándole vueltas a lo del matadero, y a pesar de la fuerte inversión económica que había que realizar al final me decidí por ponerlo en marcha. La legislación es muy estricta y hemos trabajado duro para cumplir con todos los requisitos. Ahora llevamos unos meses funcionando y espero que 2015 sea el año del despegue”. Actualmente, el matadero de conejos de Calasanz es el único de la provincia que sacrifica este tipo de animales, contando además con el ciclo completo que se inicia con la inseminación, continúa con el engorde en sus propias granjas, sigue con el sacrificio en las nuevas instalaciones y acaba con la manipulación y envasado. “Antes de abrir el matadero, había que llevar a matar los conejos a Zaragoza o a Agramunt, en la zona de Lérida. Está claro que hemos realizado una apuesta importante, y para ello ha sido esencial el apoyo del CEDER que nos ha ayudado con una subvención. Al final tuvimos que invertir más de lo inicialmente previsto, ya que compramos también una maquina de envasar al vacío, una etiquetadota… y recientemente hemos adquirido un camión para poder realizar el transporte en mejores condiciones”.
El matadero permanece en funcionamiento de lunes a viernes, y aproximadamente desde que el conejo entra vivo hasta que termina envasado y listo para distribuir, pasan unas tres horas. Los conejos que comercializa José Ignacio se crían en su mayoría en granjas de la comarca y alrededores; explotaciones en el término municipal de Azanuy, Baldellou, Monzón, Colungo o las propias ubicadas en Calasanz y San Esteban de Litera. “Muchas de las personas que me llaman para que insemine a sus conejos, luego son los que me venden los animales. Hoy en día con la genética se puede hacer maravillas, hay infinidad de posibilidades”. Con la apertura del matadero, José Ignacio ha generado varios puestos de trabajo, un bien preciado en localidades tan pequeñas como Calasanz. “En estos momentos doy trabajo a media docena de personas, pero espero que si las cosas van según lo previsto, muy pronto tenga que contratar a más gente hasta llegar a unas diez aproximadamente”. No cabe duda que la fase de expansión por la que atraviesa el negocio requiere todo tipo de esfuerzos para ofrecer sus productos, con la secuencia necesaria, a mayoristas que trabajan con supermercados, carnicerías… tanto de Aragón, como de la zona de Cataluña. El mercado se está abriendo. “Estamos en negociaciones con diferentes mayoristas y grandes empresas. Les hemos explicado como realizamos todo el proceso y nuestro producto final, y en algunos casos estamos pendientes de que nos den una respuesta. También estamos visitando residencias, tanto de personas mayores, como de estudiantes, ya que consideramos que la carne de conejo es un producto sano que encaja a la perfección en los menús diarios de estos lugares”.
La nómina de productos finales que sirve José Ignacio Raluy son, para la mayoría, una novedad. Todos comemos carne de conejo, pero quizá no estamos habituados a consumir esa carne presentada como hamburguesa, albóndiga, pincho, redondo o salchicha. La falta de costumbre no le está restando aceptación a la oferta. Además, preparan bandejas de costillas, despieces y como no, también venden el conejo completo. “Intentamos trabajar sobre pedido para así ofrecer el producto lo más fresco posible. Según la zona, les gustan más unas cosas que otras; por ejemplo en Cataluña prefieren conejos de pequeño tamaño que superen por poco el kilo de peso, y en cambio en la zona de Zaragoza los prefieren algo más grandes. En cuanto a las hamburguesas, pinchos, salchichas… es una forma diferente de presentar nuestro producto. Hay gente que le ha llamado la atención, y por eso estamos haciendo diversas pruebas para darle un empuje a este producto”. Un esfuerzo, el penúltimo, para consolidar un proyecto que nació hace dos décadas y que en los últimos meses ha empredido una nueva dimensión que requiere el máximo interés en todo lo que se hace y desarrolla a diario. “Estoy invirtiendo muchas horas para que todo esto llegue a buen puerto. Estos meses son clave y confío en la labor que estamos realizando. Todos los días hay cosas que preparar, y además no hay que olvidar que los animales comen de lunes a domingo, y que ni un solo día puedes dejar de atenderlos”. Bien saben de esa máxima los numerosos ganaderos de nuestra comarca… Ahora José Ignacio suma otros intereses y obligaciones que vienen a cerrar un ciclo productivo con el conejo como referencia.