Lo decía Pilar Amorós (Los Titiriteros de Binéfar) en la misma inauguración de esta séptima edición de Imaginaria; “el siete es un número mágico: “El lobo y las siete cabritillas”; “Los siete enanitos”; “Los siete mares”; “Siete vidas tiene un gato””. Pues eso, que estábamos ante un Festival de Títeres e Imagen en Movimiento que basaba su contenido en la fantástica sinergía creada en el tiempo entre artista y público. Y así debe ser siempre, si así es cómo queremos a nuestra particular Imaginaria. Un evento creado ad hoc para un pueblo que tiene por bandera artística a unos gigantes de la escena como son Los Titiriteros de Binéfar. Y desde esa base indiscutible nacía el festival y sus asuntos.
Y lo hacía con el ánimo de no ser un rayo de sol que cesa al llegar la noche. Todos queremos la eternidad de Imaginaria como signo inequívoco de un pueblo pegado a su cultura contemporánea. Personas que ven en un artista titiritero la llama creativa que asombra y señala a través de la belleza de un texto, de un gesto, de un silencio… Pero nada resulta tan gratuito como la costumbre que relaja voluntades. Y eso cabe anularlo con la tensión libre de todos los actores; pero sobre todo de uno sin el cual nada será posible: El público y su compromiso participativo. Valorar lo que tenemos es sinónimo de madurez abierta al encanto del primer día, de la primera vez, de aquel 3 de junio de 2013.
Imaginaria ha cumplido siete años y nos ha dejado un inmejorable sabor a base de espectáculos que jamás veríamos si no fuera por esa señora con nombre de festival. Todos merecen todo, pero déjenme que señale tres momentos especiales: Paco Paricio y su Antón Retaco en otro despliegue magistral de un artista enorme (lo hemos visto mil veces, pero da lo mismo, cada función es mejor); las cinco componentes de Maduixa Teatre, en el espectáculo final de Imaginaria, y la elevada razón que recomienda su visionado; y finalmente, Teresa Vilaplana. La pianista binefarense, en colaboración con Pilar Amorós y Paco Paricio, nos dejó grabado en la memoria uno de los números más emocionantes y bellos en la historia del festival ¡Conmovedor sin atajos!
Quedamos a la espera de seguir imaginando Imaginaria en su año ocho.