Baells es sinónimo de Litera Alta, flanco oeste de la Nacional 230 (Lleida-Viella) entre tierras de secano y canales a distancia. A pesar del agua que no llegó, su ubicación privilegiada está cosida a la citada vía, convirtiendo al pueblo en un espacio llamado a ser y no perecer en el intento. Un altozano visible para los automovilistas nos acerca a Baells y su centenario orgullo palaciego. Historia y vida para los baellenses desde sus casas reposadas sobre estrechas calles y silencios despiertos al son de pájaros y grillos.
Subo y paro para dejar paso obligado a los vehículos que continúan el devenir de la Nacional 230. La espera, sumada a una complicada visibilidad en el cruce, me recuerda la buena nueva que supondría un paso que ahuyentara posibles riesgos a una bienvenida como merece nuestro destino. Una vez dispuesto es momento de pisar el acelerador para iniciar el ascenso al empinado cerro que abraza a Baells. Conforme avanzo, y en todo momento, el Palacio y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción presiden un seguido de casas alineadas en leves terrazas. A la derecha, y antes de aparcar el coche junto a la báscula, dejo el complejo deportivo (pistas de pádel y multideporte) y de baño (piscina); más abajo un depósito de agua provisiona al pueblo en tiempos de lluvia escasa. Aquí no existe dificultad alguna para el buen y gratuito aparcamiento. El coche a buen recaudo y mis sentidos abiertos de par en par. Lo primero que llama la atención son los numerosos paneles informativos que guían nuestra caminata. Antes de dar medio paso, y junto a la plataforma de pesaje, veo un cartel que me alerta de la pertenencia de Baells a la comarca de La Ribagorza, hasta que en 1938 se crea la partida judicial de Tamarite de Litera y la localidad baellense pasa a engrosar la lista de poblaciones literanas.
Toca iniciar la ascensión hacia el centro del pueblo a través de la calle de la Iglesia; el nombre anuncia lo que ya se puede ojear sin esfuerzo. Atrás dejamos la calle Extramuros y su rodeo a la parte sur del pueblo hasta encontrarse, en la ermita de Santo Toribio, con la vía que conduce a Zurita. El aliento se acelera conforme se empina el asfalto. Las casas se suceden a nuestra derecha, mientras que a la izquierda quedan salpicadas por varios almacenes agrícolas. A mitad de subida, colma nuestra vista una pancarta publicitaria de Muebles La Fábrica, con sede en Lleida. Los años no han podido con un cartel que, aun descolorido, mantiene la fuerza de su mensaje: “Compre o no compre, visite Muebles La Fábrica”. Llegados a los pies del penúltimo repecho, encontramos un indicador a la izquierda que nos conduce a Zurita. A pocos metros, y dirección a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, veo la primera imagen-estación del Vía Crucis pegada a una fachada particular; por delante y salteadas a lo largo y ancho del pueblo, las trece estaciones restantes destacan la confesión y devoción de unos vecinos por el sacrificio y calvario de Jesucristo. A punto de culminar la ascensión, arribo a la puerta principal de la iglesia parroquial; una espléndida construcción barroca del siglo XVII. Su fachada está presidida por un gran escudo nobiliario fechado en 1623 y protagonizado por D. Jaime Maull y Cervellón, señor de Baells, Nachá y La Cuba. En el interior una sola nave, densa decoración barroca con retablos en las capillas laterales y altar mayor. El conjunto al completo se vio afectado por el conflicto nacional de 1936. En el exterior, y adosado a la iglesia, descansa un escueto jardín-terraza con vistas de privilegio que nos descubren Nachá e imaginando, Camporrells . Estamos ante la primera gran parada y disfrute que no tendrá descanso merced al edificio que vive justo enfrente de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Durante un tiempo no muy alejado del actual, y ante el riesgo de desplome del Palacio de Baells debido a su deficiente estructura, hoy corregida, los vecinos del pueblo lo primero que hacían al levantarse era mirar por la ventana para comprobar, confirmar y ratificar la verticalidad de su Palacio. Ese es el orgullo de los baellenses hacia su gran patrimonio capaz de dotar de una singularidad y belleza únicas a un pueblo y su historia. El Palacio data del siglo XVI y su construcción y pertenencia señala a los Desvalls, marqueses de Alfarrás. Esta Casa-Palacio conserva como elementos más destacados el contraste de la torre del homenaje en uno de sus ángulos, que le da el aspecto de fortaleza, y la galería de arcos de medio punto de los palacios renacentistas aragoneses, que le proporcionan el aspecto más acogedor, señorial y propio del territorio. Todo ello adornado por un patio con sublimes vistas que se pierden por los caminos que conducen a Alcampell. La parada no procura descanso alguno a la belleza que proyecta un edificio de referencia, ya no solo para Baells, sino para toda la Comarca de La Litera.
Nuestro camino se reestablece, mientras la calle se amansa y se estrecha. Las casas aparecen a derecha e izquierda hasta llegar al rincón del “Si no fos”, un pequeño espacio ángulado y recto con dos bancos de piedra para el descanso y la tertulia con planes que nunca serán. A la vuelta del “Si no fos” encontramos Casa Farré, curiosa fachada con ruedas de carro en sus ventanas. La foto no se resiste y el camino sube, levemente, por las escalerillas que conducen al Ayuntamiento, inaugurado en 1992 por Marcelino Iglesias, entonces presidente de la Diputación Provincial de Huesca. El edificio municipal queda situado en una pequeña plazoleta, con banco y calle sin salida a la derecha; no es la única y como el resto ofrece un calor e intimidad especial a los afortunados que allí residen. Nos alejamos del Ayuntamiento bajando por unas empinadas escalas que nos trasladan a la calle Mayor, emplazamiento del nuevo consultorio médico con vivienda superior para uso municipal; todo ello inaugurado en agosto de 2012. A pesar del nombre, la calle ofrece unos pocos metros de ancho con sucesión de casas con buena cara y mejor sosiego. Me encamino ahora hacia la calle Portal, dirección Zurita. Busco y encuentro la Casa Estrada (1859). Muestra y belleza de la arquitectura tradicional aragonesa con portón de entrada custodiado en su parte superior por una hermosa flor central con el nombre del propietario y fecha de construcción. Conforme dejo a mis espaldas la calle Portal, la vía, bien asfaltada, me va invitando a salir de Baells, a la vez que las casas, a un lado y a otro, dejan paso a un buen número de almacenes para uso agrícola.
Me dirijo a la ermita de Santo Toribio, con poco más de un kilómetro de camino. Antes de completar la distancia, dos motivos obligan a detener la marcha: el primero es insoslayable a la vista. Se trata del depósito de agua para uso público, con varios metros verticales por encima de nuestra cabeza, y más de medio siglo de vida. Se nutre de un manantial pegado a Nachá y, hasta la construcción de una planta potabilizadora que media y sanea, el agua llegaba de forma natural al depósito gracias a esos metros de más que ostenta el manantial con respecto al depósito. El segundo argumento que me obliga a parar y saludar es el paso por el matadero de ovino de Baells, propiedad de la familia Quintilla. Ramón, el padre, aparca la tarea para “parlar una mica”. Esta empresa baellense es de las pocas, quizá la única, que fuera de la agricultura da trabajo a cinco personas para sacrificar una media de ciento cincuenta corderos diarios. Además, desde octubre de 2007, el matadero alimenta a diario un comedero de aves necrófagas situado a unos ocho kilómetros de Baells, dirección Zurita.Seguimos nuestro paseo hasta llegar a la ermita de Santo Toribio de Liébana (siglo XVII), patrón de Baells. Devoción especial al Santo por parte de los baellenses que queda reflejada el 16 de abril de cada año con procesión desde la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, misa en el exterior de la ermita (si el tiempo no lo impide), canto de los gozos en honor al patrón y reparto de pan bendecido entre los asistentes. Los alrededores de la ermita conforman una estampa de las que quedan en el recuerdo como fuente de calma, armonía y olivos de curvas imposibles. De nuevo, las vistas colman la estancia e invitan a la parada profunda. Después de unos minutos de cámara y disparo, retomamos el camino de regreso a la población, entrando por la calle de Abajo hasta llegar a nuestra báscula de origen. En el camino y recorrido por la mencionada vía, un indicador a nuestra derecha nos alerta de la senda que conduce al Centro Astronómico de Baells (1,8 km); un potente telescopio permite observar, imaginar y disfrutar del espacio estelar. La zona está pensada para el turismo familiar con carteles ilustrativos de una astronomía básica que estimula a los más pequeños.
Regresado al aparcamiento, el calor del mediodía sacude abril como si de agosto se tratará. Llegará el mes ocho y con sus treinta y un días las fiestas en honor a la Virgen de la Asunción. Mientras nos quedamos con decenas de notas, otras tantas imágenes y una idea clara y sencilla sobre nuestro paseo y su ámbito; Baells es uno de los pueblos de La Litera sin agua que permite más y mejor, a tenor de su condición, ubicación e historia. Como poco, un paseo y ya me dirán.