El alpinista del Club Litera Montaña (CLM) Rubén Sanmartín fue galardonado el pasado octubre como mejor deportista del año por la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM). Ese reconocimiento señala una trayectoria iniciada en familia, y desarrollada a través de la pasión y el respeto por la naturaleza. Hablamos de un deportista de altura a lomos de las montañas de medio mundo.
De familia montañera, Rubén se ha relacionado con este entorno desde muy pequeño. Sus padres, aficionados a la montaña, siempre contaron con sus dos hijos -Rubén y Óscar- para mostrarles la magia que la naturaleza luce allí donde el cielo más se acerca a las personas. Esta lección no cayó en saco roto; cierto es que con la adolescencia, Rubén se alejó un tanto de las alturas para iniciarse en otros deportes. Pero, aquello de que «el tiempo pone a cada uno en su lugar» con Rubén se ha vuelto a poner de manifiesto.
Con 21 años, y junto a su hermano, comenzaron a practicar escalada deportiva: «En este punto nos dimos cuenta de que era lo que de verdad nos motivaba y decidimos trasladar la dificultad de la escalada a grandes paredes y montañas». Era el principio de una relación que se ha ido consolidando en el tiempo y que hoy vive un momento especial con el reconocimiento de la FAM, siempre desde su Club Litera Montaña; un colectivo que ha conseguido elevar de forma sobresaliente el seguimiento e infraestructuras del deporte montañero en Binéfar y entorno: «El rocódromo y boulder que han instalado en el Pabellón de El Segalar son medios muy necesarios para entrenar, así como para formar a gente interesada en este deporte y enseñar a escalar a niños y mayores». Escena diferente a la vivida por los pequeños de la familia Sanmartín-Escorihuela; Rubén y Óscar aprendieron la escalada de una manera muy autodidacta, ya que no disponían de los medios que hoy presenta la oferta deportiva municipal y el aprendizaje lo basaron en sus propias capacidades.
Hablar del montañismo como deporte de riesgo es una cuestión que a nadie se le escapa. La asunción de esa circunstancia va con el apego al deporte en cuestión. Rubén nos pone al cabo técnico de lo que para muchos nos parece un escenario para valientes: «Por un lado está la escalada deportiva que, en cierto modo, no existe ningún riesgo de hacerte daño. Otra cosa muy diferente es el alpinismo. En esta modalidad no solo se valora la dificultad, sino también la exposición. Muchas veces puedes escalar paredes de poca dificultad técnica, pero muy expuestas a caídas con grandes repercusiones y en lugares de difícil acceso». Por todos estos factores, el alpinismo requiere una preparación específica para estar en condiciones óptimas de escalar, tras haber aproximado varias horas a pie o esquiando. Es decir, hay que ser un deportista de altura con una condición física notable. La preparación es progresiva y el nivel se mejora realizando la propia actividad y entrenos más específicos. Las actividades que realizan los alpinistas pueden ser de bastante riesgo y el estudio de cada escalada es fundamental a la hora de analizar tanto tus cualidades físicas y mentales como el estado de la montaña: «Muchas veces, si no te evades de algunos riesgos es imposible mejorar (se ríe). Si vas probando cosas de más nivel, por supuesto siempre sabiendo de lo que eres capaz, al final mejoras por la exigencia que te pones a ti mismo», señala Rubén, mientras reconoce que la práctica de escalada en montaña debería ir acreditada de escalada deportiva, tanto en niños como en adultos.
Rubén es un privilegiado en la contemplación de vistas sin igual. Momentos únicos en la vida de un chico de Binéfar: «Cada lugar tiene su encanto». ¿Y un favorito? «Me encanta este deporte tanto por su dificultad como por la naturaleza. Quizá los sitios con más encanto donde he estado son los más remotos. Recuerdo un viaje a la Patagonia: andamos más de 25 kilómetros, con 35 kg en la mochila, por pedreras y glaciares con un tiempo muy malo. Pero este deporte es así y por eso me gusta tanto».
Además de pertenecer al Club Litera Montaña, Rubén también forma parte del grupo de Tecnificación de la Federación Aragonesa y del Equipo Nacional de Alpinismo: «En el grupo de Aragón, llevo ya 6 años y en el nacional fui seleccionado este pasado invierno». No es baladí una y otra pertenencia. Por ejemplo, en el equipo nacional solamente acceden seis personas cada tres años. Durante ese trienio, el equipo realiza aproximadamente unas seis o siete salidas anuales, para concluir su etapa viajando al Himalaya durante un mes: «En este grupo hemos cuajado todos muy bien y la motivación es muy alta. Quedamos una vez cada mes y medio, aproximadamente. En verano menos, aprovechamos más el invierno. Realizamos salidas por España y también solemos ir bastante a los Alpes». La primera salida que realizó Rubén con el equipo nacional fue en marzo pasado. Los seis españoles se desplazaron hasta Kandersteg (Suiza) para realizar escalada en hielo y dry tooling (escalada con piolets y crampones sobre roca). Allí pudieron repetir algunas de las vías europeas más complejas dentro de este estilo. En otro de los viajes a los Alpes, Rubén y dos compañeros más se adentraron en la vía Lesueur al Dru, un itinerario en la cara norte de los Drus, de 800 metros de recorrido y mucha dificultad. Según los ilustrados en la materia; todo un desafío.
Y llegó el día del reconocimiento para el montañero del CLM. Fue el pasado 26 de octubre, durante la XXIII edición de la Cena de la Montaña de la Federación Aragonesa de Montañismo. Rubén era galardonado como mejor deportista del año. El alpinismo no es fútbol. Su nivel de seguimiento y valoración social es reducido por desconocido. Es ahí donde clubes como el Litera Montaña y trayectorias como la de Rubén Sanmartín entran en juego con el objeto de proyectar la imagen y conocimiento general de ese deporte. «Me hizo mucha ilusión recoger este premio porque normalmente estos galardones se basan en deportes de competición, y en el alpinismo no hay ningún tipo de competición. Por esto agradezco a la federación por reconocer la labor de este deporte y dar nombre al alpinismo en galas como la celebrada en Zaragoza». Es importante subrayar que la práctica del alpinismo es libre y autónoma: «Es imposible medir el nivel de los alpinistas en una clasificación. Perdería la esencia que lo caracteriza. Lo bonito de este deporte es que no hay dos sitios iguales. Tú vas un año a una vía y al año siguiente está formada completamente diferente (debido al aporte de agua, precipitaciones de nieve y temperaturas), por esta razón no se puede fomentar la competición». Con el premio debajo del brazo, y la satisfacción propia del montañero que ha nacido pegado familiarmente a este deporte, Rubén anima a todo el mundo a acercarse a la montaña y a sus múltiples beneficios personales y deportivos: «Sí que es cierto que hay que tener un buen físico para poder realizar este deporte correctamente, pero hay vías de todos los niveles. Si te gusta la montaña y el deporte, la escalada te llama». Siendo una práctica tan física y dura psicológicamente, la carrera de un alpinista se antoja corta, pero el joven binefarense lo tiene claro: «Nunca me plantearé dejar este deporte, si las lesiones me respetan claro. Escalar fácil lo puedes hacer toda la vida, mucha gente con 65 años escala, hace alpinismo y practica esquí de montaña. Puedo decir que para mí eso es calidad de vida». A tenor de estas palabras, Rubén eleva su felicidad conforme sube y sube y sube…