No son pocos los músicos de cuna o adolescencia que habitan nuestro entorno habitual. Todos cuentan con una historia singular, aunque nadie escapa al denominador común de ser hijos de una atracción inapelable que los mantiene vivos ante una guitarra, batería o micrófono. Fran López es un binefarense que rozó esa línea difusa, y muchas veces cruel, que separa el éxito popular del reconocimiento entre bambalinas. Ahora, y a sus cuarenta años, la vida le ofrece otras ilusiones mayores a las que cabe sumar, como siempre, una guitarra a cuestas.
A Francisco López Raluy se le ilumina la cara cuando habla de Victoria.
Entre fechas, nombres, fotos y vídeos, el nombre de su hija aparece con un resplandor especial en su mirada. Victoria vendrá al mundo el próximo mes de julio, y para mí que Fran ya puntea los primeros acordes para ella. Así lo ha hecho para su sobrina Ana Ruth con un hermoso mediotiempo titulado Princesa del glamour. «Sigo componiendo. Cuando tengo algo de tiempo y musa, me pongo a ello.», comenta Fran mientras repasamos su historia librada en el mundo de la música desde muy pequeño.
Con tan solo cuatro años, su madre ya lo llevaba a la Rondalla de Veteranos de Binéfar para que fuera haciendo hábito y oído. Mari Carmen Raluy ha escrito historia en la jota binefarense dentro del último medio siglo. «La música la tenía en casa gracias a mi madre. La rondalla fue la que me abrió la puerta a querer la música. Después, con la edad del pavo aquello de ponerme el cachirulo no me apetecía mucho…». Fueron años de aprendizaje entre jotas, picadillos y primeros discos de rock and roll. «Aunque aprecio, me gusta y escucho toda clase de música, el rock siempre ha sido mi referencia.». De aquellos primeros años de clases, ensayos y primeras composiciones con Marcos Pena (titiritero en Brasil), Fran resuelve con virtud buena parte de los instrumentos principales de una banda rockera, aunque la guitarra es su amiga inseparable. Pero si la ascendencia de Mari Carmen resultó principal en el vínculo de Fran con la música, no lo fue menos la de su padre con el fútbol. Paco López vistió como gran capitán del C.D. Binéfar en la década de los setenta, y Fran también supo lo que significa vestir la elástica celeste. No tuvo tanta longevidad futbolera como la del padre, pero sí la suficiente para vivir la experiencia y conocer allí al que sería en los años siguientes su socio mayor en el intento de hacer carrera sobre los escenarios. «Alberto Gallego, «Lanco», era jugador del Binéfar y rápidamente conectamos a través del fútbol y de la música. Fue el principio de una «sociedad» de la que guardo enormes recuerdos, admiración y cariño.».
Entre el balompié y las canciones, Fran apostó por integrar, en la segunda mitad de los noventa, el recién creado grupo de Juan Vida, junto a Juan Magri y Carlos Corzán.
La efervescencia y decisión de los veinte años llevó al trío a probar suerte en Madrid a lo largo de un año de sueños y vivencias que para ellos quedarán. «Si querías intentarlo había que estar allí. Fue un año magnífico, más allá de los resultados.». Doce meses en la capital de la ilusión por llamar a la puerta e interés de una discográfica o de un avispado cazatalentos. Ellos no podrán decir aquello de… «¿qué hubiera ocurrido si…?» ya que no remediaron esfuerzos a la hora de intentar escribir su historia en las páginas de la música popular y poder vivir de ello.
Bajo el mismo techo e idénticas intenciones, Fran López compartía proyectos en Madrid con Juan Vida y «Lanco» (su excompañero futbolístico). Una vez que el intento de Juan Vida volvió a casa, Fran se quedó en la capital de España para perseverar, ahora con los cinco sentidos puestos en componer, ensayar y tocar con «Lanco». «Alberto me ofreció la posibilidad de seguir adelante, y no lo pensé dos veces. Iba y venía; Madrid, Lleida, Binéfar. Fueron tiempos de grandes ilusiones y economías de supervivencia.». Dos discos grabados con productores de la talla de Sergio Castillo (batería del histórico «Rock and Ríos») o Paco Ortega, conciertos en las mejores salas madrileñas, concurso para la canción que representaría a España en Eurovisión 2005… «Yo alucinaba al verme grabando con Sergio Castillo en los estudios de Musigrama. Estar al lado de músicos enormes, en estudios donde han grabado los mejores artistas de este país era algo que no podía imaginar. Con Castillo tuve una relación especial que nunca olvidaré.». Aquellos días fueron los más próximos a ese momento mágico de obtener un contrato con una compañía mayor. Una anécdota con el dúo Estopa define esos instantes: «Lanco» (Alberto y Fran) y los hermanos Muñoz coincidieron en la presentación de sus discos de estreno ante los directivos de Sony/BMG. Aquel día fue el minuto cero en la trayectoria de Estopa y su Raja de tu falda. «Nos encontramos en los camerinos con ellos. Venían de hacer lo mismo a lo que íbamos nosotros. Años después, hemos recordado aquel momento en alguno de los conciertos a los que les he ido a ver». Finalmente, aquel primer disco de «Lanco» lo editó la compañía de Manolo Escobar. Después vendría una segunda grabación; otro intento con esperanzadoras promociones en Cadena 100 y Cadena Dial, conciertos en diferentes ciudades españolas y competencias difíciles de soslayar. «En la promoción de ese disco ya estaban en escena todos los «triunfitos» (Rosa, Bisbal, Bustamante, Manuel Carrasco) y las compañías lo dedicaron todo a ellos. Entre eso e internet (no se vendían discos) era muy difícil dar el salto final». Una penúltima oportunidad fue la selección de la canción Nada para ti, nada para mí como finalista en la elección del tema que debía representar a España en el festival de Eurovisión 2005. El trío «Son del Sol» fueron las elegidas.
De nuevo, el «casi» no bastaba, razón que les llevó a probar suerte en Argentina con la aquiescencia económica en la promoción de un productor dispuesto a invertir en el proyecto de «Lanco». En aquel caso, un nuevo single, Si tú te vas, fue llevado por todas las cadenas de televisión y radio argentinas, pero faltó continuidad después de aquella primera canción. Al final, año y medio en Buenos Aires (2005-2007) y vuelta a España para poner el punto y aparte a «Lanco» y a quince años de música con tintes profesionales. «Me quedan muchas experiencias únicas que he vivido gracias a la música. Estuve cerca de conseguir ese paso que me hubiera llevado a vivir de lo que más me gusta, pero estoy orgulloso de haberlo intentado… y adelante. Nos faltó suerte, porque el material lo teníamos».
De regreso a casa (2007), cierta desubicación y rápida dedicación profesional-comercial como preámbulo al establecimiento de suministros industriales que en la actualidad dirige.
«La música» de los números y las piezas, de los tornillos y las válvulas, de la vida que a diario comparte con su pasión doble que no ceja: pareja y, muy pronto, Victoria y música como la que le regaló en su cuarenta cumpleaños el concierto FAT 2015 en Binéfar con tarta incluida sobre el mismo escenario. «Lo del cumpleaños del año pasado fue uno de esos momentos mágicos. Tengo un pequeño estudio en casa que me sirve para componer y grabar mis canciones. Además, desde hace unos cuatro años tengo un grupo tributo a Rosendo Mercado, con Óscar Español y Bruno Lacort. Son canciones de Leño y Rosendo bajo el nombre de «Mercado». Vamos haciendo nuestros bolos y lo pasamos fenomenal.». Entre los renglones de sus palabras se advierte cierta saudade natural envuelta en realidad ilusionada con nombre de Victoria. Fran nunca podrá hacer autocrítica de su indecisión. El que decide, vive. «Sí Señor, Sí Señor».