La sucinta historia moderna de Vencillón capitaliza en la actualidad toda su realidad social y económica. En este año 2014 se cumplen veinticinco años de su segregación de Esplús (20 de junio de 1989), y en 2015 celebrará medio siglo de su constitución ordenada por el Instituto Nacional de Colonización, más tarde Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA). Todo suma entorno a una de las poblaciones más prósperas y singulares de la Comarca de La Litera. El agua y la tierra, las comunicaciones y una población joven conceden a Vencillón un lugar privilegiado en el mapa presente y futuro del desarrollo y el bienestar dentro de la comarca de La Litera.
La autovía A-23 me conduce desde Binéfar hasta Vencillón. Antes, y a la salida de la vía mecionada, recorro unos ocho kilómetros que empiezan y acaban con una recta interminable (6 Km) que me introducen en la población. El lugar en el mundo que ocupa el pueblo es virtud bien explotada por sus vecinos; a 15 minutos de Binéfar o Tamarite de Litera, 20 de Lleida y 25 de Fraga. Mientras me adentro en Vencillón, los pinos inundan la vista a ambos lados de la calzada dejando a la derecha las piscinas municipales que invitan al chapuzón, junto a una pista polideportiva y un campo de fútbol en desuso que sigue guardando unas porterías para gloria y disfrute de los amantes al balompie.
Sin tiempo para saborear unas sombras ideales que huelen a parrilla y carne en su punto, emerge la torre de la iglesia de Santiago Apóstol o el templo diferente (ladrillo cara-vista en su exterior) con una clara referencia musical en virtud de su enrome torre-escalera que sube y sube y sube ¿Recuerdan? “Stairway to Heaven” (Escalera al cielo-Led Zeppelin). Más allá de analogías propias al sol de junio, la iglesia descansa en la plaza del mismo nombre, viéndose envuelta por un gran arbolado con décadas a sus espaldas y sombrero verde que oculta el cielo. Estoy en la entrada del pueblo, centro de casi todo y lugar de encuentro de las dependencias de referencia de Vencillón, con la calle Mayor de por medio; Ayuntamiento, escuelas, bar, local social o casa rural. El edificio que incluye al consistorio vencillonero está resuelto con un porche a dos lados que ofrece al conjunto una singularidad que se suma a la de la propia Plaza de la Iglesia. Desde este punto, inicio el paseo con una plan preestablecido y circular que me llevará por los exteriores del pueblo para finalizar el recorrido en la calle Mayor-Plaza de la Iglesia. Allá voy.
Tomo la calle de las Escuelas hasta el final para iniciar una leve bajada por una vía que limita la población y sus casas con las primeras explotaciones agrícolas que diviso a través de una cortina interminable de pinos. Los inmuebles son todos de una o dos plantas a lo largo de todo el pueblo, aunque en esta zona las casas suman pocos años de construcción a diferencia de la parte opuesta a nuestro paseo donde las viviendas dan la mano en el tiempo a los primeros lustros de la constitución del pueblo. Las calles que transito, Clamor Fabela, incluida, parecen, por sus casas, zonas residenciales a un lado y otro de una vías amplías y adornadas en sus extremos por zonas ajardinadas; esta circunstancia es común a lo largo y ancho de el pueblo al completo. Al paso, veo niños en bicicleta que apuran pedales en busca de la victoria o zonas de juegos infantiles que ponen de manifiesto la juventud de una población que media una edad de 43 años, equiparable a la de Binéfar (42) y Tamarite (46), y lejos del resto de poblaciones literanas que andan entre los 55 y 60 años.
Mi camino se detiene en la calle Aragón para girar y ascender hasta la calle San Isidro, 16 o la casa que alberga la Comunidad de Regantes “Nuestra Señora del Pilar”; parada obligada ante una fachada que simboliza el pasado, presente y futuro de este pueblo, al lado de una imagen de San Isidro Labrador. El agua, la tierra y el trabajo de los vecinos de Vencillón han marcado ese carácter de prosperidad para unas familias que llegaron a este pueblo desde otras localidades de Aragón, principalmente, o Cataluña, además (los menos) de provincias como Guadalajara, Almería, Murcia, Albacete, Badajoz, Córdoba, Navarra, Granada, Castellón y Ávila. Medio siglo que hoy les devuelve ese esfuerzo con una realidad que progresa, no sin empeño, y que asegura el futuro de sus hijos y el bienestar presente de sus padres. Ya que estoy aquí, me asomo a la calle Mediodía para divisar la Cooperativa del Campo Agrícola y Ganadera de Vencillón, con bar cerrado en sus inmediaciones y de nombre particular: “Music Bar Cooperativa”. En la actualidad, la cooperativa ha relajado su tarea, aunque sigue siendo un edificio representativo de esa actividad agro-ganadera y fundamental para este pueblo. La calle en cuestión linda con una de los dos lineas laterales de la localidad trazando un cuadrado perfecto, tal y como se puede ver en la imagen aérea que publicamos en la página inicial de este reportaje.
Regreso sobre mis pasos hasta llegar al principio invertido de la calle Mayor. Dirijo el camino hacia la entrada del pueblo, inicio de un paseo breve y distinto por las dimensiones y particularidades de Vencillón. Todavía me queda una última parada junto a la parte posterior de la plaza de la Iglesia. Allí encuentro un ensanchando al final de la calle El Pilar con lugar y descanso para el clásico depósito de agua, sobre todo, en pueblos de colonización. La fotografía no se hace esperar con objetivo a una mole ahora inutilizada. En su día, segunda mitad de los años sesenta, el IRYDA construyó este depósito para abastecer las viviendas del pueblo. Dos décadas después, el Ayuntamiento de Vencillón dio luz verde, a la entrada de la localidad, a una moderna potabilizadora suministrada, por presión natural y conducciones subterráneas, desde algunos embalses junto a la acequia de Esplús. Desde este depósito con poso para la historia, diviso enormes extensiones de campos de maíz o alfalfa, acompañados por generosas explotaciones ganaderas. El acceso a estos campos desde el pueblo se conecta con caminos agrícolas, en su mayoría, asfaltados. Otra medida municipal con el objetivo de mimar el bien máximo y general de los vecinos a los que atiende desde hace ahora un cuarto de siglo. Principio e historia aún por escribir al galope de una tierra aventajada, y que ha sabido acoger y conjugar diferentes familias y procedencias bajo el manto del trabajo y la prosperidad. El tiempo seguirá su paso impasible haciendo crecer la historia y aconteceres de un pueblo y sus gentes; vencilloneros todos.