La historia de un municipio reside en los documentos que se puedan conservar. Los mismos, públicos o privados, serán en un futuro la base incuestionable de nuestro pasado. Ahora que está tan de moda reescribir nuestra historia –cada historiador tiene la suya propia- solo un archivo documental riguroso y cuidado es la clave de lo que fue y no se puede retorcer. En la Comarca de La Litera se viene trabajando en un archivo comarcal –de los municipios y la misma comarca- desde hace veinte años. Cuatro lustros para recopilar, ordenar, clasificar, informatizar y, sobre todo, concienciar a todos los actores protagonistas de la importancia de un archivo y su verdad… que no posverdad.
Isabel Escartín Alcubierre es la archivera comarcal con veinte años de servicio, los mismos que cumple en este año 2018 el archivo de la Comarca de La Litera.
El inicio fue todavía bajo la estructura territorial de mancomunidad; en 2003 pasaría a ser comarca. La tarea que se puso en marcha partió de cero; no existía una conciencia general de la importancia de un archivo municipal: «Si los archivos eran y son desconocidos, los profesionales de los archivos somos extraterrestres. Cuando digo que soy la archivera de la comarca, muchos me preguntan: «¿Archi… qué? Ah, bibliotecaria». A pesar de todo, me gusta mi trabajo, disfruto desarrollándolo y me siento una privilegiada por poder hacer profesionalmente lo que me gusta», comenta Isabel Escartín. Un archivero es, ante todo, un gestor de la información cuyas tareas están orientadas a cumplir con las necesidades informativas que puedan ser requeridas por entidades públicas, privadas o vecinos a título particular: «Tenemos también la responsabilidad de salvaguardar los derechos y deberes de las personas que aparecen en los documentos. A la vez, debemos conservar y difundir el patrimonio documental para los ciudadanos, la investigación y la historia. No podemos permitirnos el lujo de perder nuestro patrimonio documental». Precisamente, este último aspecto redunda en un conocimiento real, y no distorsionado, de lo acontecido por parte de la ciudadanía.
Después de dos décadas desde que se implementara el servicio de archivo en nuestra comarca, la situación, aun siendo mejorable, nada tiene que ver con aquel 1998. Anterior a ese año, los archivos de los municipios de la Comarca de La Litera no merecían, según imágenes que se conservan e ilustran, excesiva atención. Todos esos documentos se guardaban, sin orden ni aprecio, en el almacén, sótano o dependencia municipal reservada como espacio de trastos en general. Resultaba un almacenamiento indiscriminado de todo con todo. Lo primero que se hizo fue un estudio de aquellos documentos encontrados y susceptibles de ser recuperados: «Una vez que pudimos disponer de ese estudio, lo que hicimos fue trasladar los documentos desde los diferentes municipios a la sede comarcal. Aquí se adecentaron para iniciar la labor de clasificación, catalogación, informatización y búsqueda de un espacio conveniente en cada pueblo para que pudieran ser devueltos y archivados de cara a su conservación, preservación y consulta».
A partir de ese momento, el trabajo de Isabel Escartín ha sido el de mantenimiento y conservación de esos archivos (posibles necesidades) y recepción, año a año, de los nuevos documentos (expedientes conclusos) para iniciar el proceso que concluirá en el archivo de cada municipio. A esta labor se suma una que resulta de vital importancia: «La concienciación de alcaldes, administrativos, secretarios… de la importancia que tiene un archivo municipal y de la necesidad por conservarlo adecuadamente con la voluntad y esfuerzo de todos. Creo que ahora se entiende mejor, pero hay que recordar que un archivo no se ve, no da votos, pero sí necesita un presupuesto con el que poder acometer sus tareas de una manera razonable». A pesar del avance conseguido, la archivera comarcal cree que, en general, las mismas instituciones públicas deberían informar y concienciar: «Creo que no se informa suficientemente al ciudadano de la importancia de un archivo, ni de lo que pueden perder cuando se abandona el mismo. Parece que vivimos en una sociedad que prefiere pocos documentos, poca información y mucha posverdad». Según Isabel Escartín, no existe mejor ley de transparencia que un cuidado archivo documental: «Desde luego. Hablamos de documentos originales que explican la realidad de las cosas sucedidas en un ayuntamiento. La mejor ley de transparencia es un archivo municipal organizado y con acceso a los ciudadanos. Todo lo que estamos guardando será lo que nuestros nietos, y todos lo que vengan, podrán investigar».
El archivo comarcal contiene, además de los archivos de los municipios adscritos al servicio y de la propia comarca, fondos comarcales en materia de juzgados, cámara agraria y donaciones de particulares.
Uno de los fondos más importantes recibido fue el que donó en 2012 Luis Clavería, después de comprar la finca de Casa Dámaso: «Esta donación tiene una enorme riqueza documental e histórica. Hasta el momento solo hemos podido trabajar sobre la mitad de todo el material recibido». En este punto, y como muestra de colaboración entre el archivo comarcal y el Centro de Estudios Literanos (CELLIT), cabe destacar el trabajo conjunto que se hizo inicialmente entre ambos: «Nuestra relación es buena y el contacto fluido; es más, creo que podríamos trabajar en mayor medida de forma conjunta. Pero eso ya no depende de mí».
Uno de los riesgos que apunta Isabel Escartín derivado del desarrollo digital de los archivos se refiere al posible abandono del papel original en beneficio de las megas de memoria. La archivera apela a la convivencia física y virtual de los documentos: «Sería un error centrarse solo en lo digital, dejando perder, poco a poco, la importancia del papel original. Su pérdida supondría malograr un patrimonio documental de los ciudadanos y para los ciudadanos». Mejorar es la palabra clave, pero no viene sola: «Sería necesaria más inversión en personal, programas informáticos, infraestructuras técnicas y organización administrativa: normalización, protocolos de actuación, homogeneidad…». Otra de las amenazas reales que acechan a la buena salud documental se asienta en la despoblación a la que están expuestos no pocos municipios de La Litera, Huesca y Aragón: «Puede acabar con el patrimonio documental de cientos y cientos de pueblos y por ende de sus archivos. Y eso podría dejar sin memoria histórica a miles de ciudadanos. Es necesario concienciarse del problema, interesarse y actuar», concluye Isabel Escartín, archivera comarcal, licenciada en Biblioteconomía y Documentación y una de las garantes de la historia municipal y comarcal de La Litera.
* El servicio comarcal de archivo se inició en La Litera en el año 1998. Al mismo han estado vinculados la mayoría de municipios de la comarca, a excepción de Binéfar y Tamarite que disponen de su propia gestión de archivos. Desde el año 2012, el servicio atiende a los siguientes municipios: Esplús, Castillonroy, Azanuy-Alins, Peralta de Calasanz, Baells y Camporrells.