Las previsiones no erraron, pero las peñas, comparsas y público no cejaron en el empeño de llegar todos a las puertas del Ayuntamiento de Binéfar para escuchar el pregón de Máximo López, seguido del chupinazo que daba inicio a los festejos.
Minutos antes de las siete de la tarde, hora prevista para el comienzo, el desfile de carrozas echaba a andar por las calles de Binéfar con su recorrido habitual. La amenaza de lluvia agilizó la puesta en escena, y en poco más de una hora toda la comitiva ya se encontraba en la Avenida de Aragón, es decir, a pocos metros de su destino final. Lo pasos del desfile fueron con una marcha más, pero sin descuento alguno en la interacción con el público que se agolpaba en los márgenes de las calles. Las clásicas demandas de agua al viento en balcones, ventanas o terrazas fueron una constante, adelantándose a lo que minutos más tarde llegaría de manera natural. Los dos arreones de agua fueron un estímulo añadido para los peñistas, dentro del desfile, y para el público que con paraguas o aprovechando los portales permanecían estoicos al paso de las carrozas y sus hacedores. Mientras, en el balcón del Ayuntamiento el pregonero, alcalde, concejales e invitados, entre los que se encontraba el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, perseveran en su voluntad de acompañar la desfilada hasta el final, a pesar de los húmedos pesares. Finalmente, y con el cielo más calmado, llegó el momento de Máximo López: «Un estellés, binefarense, que vino hace 40 años y que aquí sigue», según sus propias palabras. El ex maestro del colegio Víctor Mendoza, y actual vicepresidente de la Asociación Down Huesca, hizo un emotivo repaso a sus cuatro décadas en Binéfar repletas de una interesante actividad social y municipal. Con el eco bien entonado de las últimas palabras de Máximo, el alcalde Adán encendía el chupinazo que daba luz verde a las Fiestas Mayores 2016, aunque el jolgorio ya se había estrenado en un desfile pasado por un agua bienvenida y… necesaria.