El origen familiar y albeldense ha marcado el devenir en la trayectoria de Vicente Salas Fumás. Las raíces son algo más que dos apellidos asociados a un nombre que, en este caso, desde la normalidad pegada al asfalto han sabido cincelar una trayectoria de referencia en el mundo de la economía analítica en España. «Uno tiene que valorar lo que ha hecho en la vida, en función de las oportunidades que ha tenido. En mi caso, he sido muy afortunado. Desde el principio he gozado de muchas oportunidades y el único mérito es haber aprovechado algunas de ellas. Tengo mucho que dar, porque me han dado mucho». Más que una opinión, es una declaración de humildad agradecida al servicio de un hombre que no conoce la falsa modestia. Vicente es como se muestra mientras sigue saludando a unos y a otros en plena Rambla de Albelda. «De lo que me siento más contento es de haber trabajado en la universidad pública. Tengo la sensación de que he podido devolver algo de lo que a mí me dieron», subraya en otro guiño de reconocimiento a los hacedores de la circunstancia vivida, mientras persiste en restar mérito a su propio esfuerzo. Repito, Vicente es así.
De la escuela, compañeros y decisiones
De aquellos maestros en Albelda, años cincuenta, Doña Felisín, Don José Luis y Don Santos, a su último año de carrera en la universidad de Purdue, en el estado de Indiana (EEUU). Dos décadas de formación que le llevó también a Tamarite, Balaguer y Barcelona. En los dos primeros destinos coincidió, e hizo buena migas, con Josep Anton Durán Lleida (Pepito). «Son de estos amigos que sabes que siempre están ahí, pero que no tienes un contacto regular. Cuando dejó la política pensé que era un buen momento para contactar de nuevo con él para reconocerle lo que había hecho. Del contacto surgió un encuentro en Zaragoza, junto a otro compañero de Balaguer. Fue una jornada muy agradable».
Ni el propio Vicente podía imaginar que tras acabar el Bachiller Laboral en Balaguer, decidiría viajar a Barcelona para ingresar en ESADE y cursar Administración y Dirección de Empresa. Esa no era la idea que venía barruntando en la casa familiar. De acuerdo con sus padres, su vida universitaria debía iniciarse en Valencia matriculándose en Ingeniería Agraria. En menos de un mes, y muy al final de la toma de decisión, un amigo de la familia le convenció para cambiar la capital valenciana por la Ciudad Condal. «En el año 1966, estudiar en Albelda era una situación poco habitual para el hijo de un agricultor. Lo normal era que yo me hubiera quedado en casa a seguir la labor de mi padre. Entonces, la idea era estudiar algo que tuviera que ver con la agricultura, pero el amigo de la familia me convenció, y también a mis padres, que ESADE era una mejor opción. Fue inesperado para todos, pero me dejé llevar por la intuición».
La carrera al completo la estudió con beca, incluido el último año en Indiana y el doctorado en la misma universidad americana (1973-1976). Con 25 años el chico prometía tanto que regresó a España con su flamante doctorado bajo el brazo. Desde el principio y alumbrado por su propia personalidad, Vicente Salas se orientó, profesionalmente, hacia la investigación y docencia universitaria. «Dentro de la dirección de empresas, un área con orientación profesional, mi especialidad es más bien teórica. Intento aplicar modelos analíticos desarrollados por los economistas, al ámbito de la gestión empresarial con un sesgo más teórico y analítico que empírico». A medio camino entre la docencia, la investigación y la presencia en altas responsabilidades públicas, Vicente Salas ha centrado sus investigaciones en el análisis económico de la gestión y organización de la empresa, en sus procesos de innovación o sobre diversos aspectos de la empresa española tales como la gestión de recursos humanos o las finanzas.
Las ventajas e inconvenientes de ser de pueblo
Pros y contras de un origen humilde con déficit de antecedentes en la materia o la realidad de una calle que acerca a la verdad de las cosas. «Esa raíz o procedencia te puede crear una cierta sensación de inferioridad. Así lo viví yo. La gente que me he ido encontrando, en general, tenía un nivel social muy distinto al mío. La mayoría de profesionales con los que me he cruzado son gente con una tradición familiar más sólida, intelectualmente hablando». La sinceridad sin complejos también confluye, en este caso, con una cara opuesta y positiva: «Siempre he contado con la ventaja de tener los pies en el suelo. Tu origen, cuidado y mimado, hace que no pierdes el contacto con la gente. En mi caso, vengo a Albelda y me relaciono y hablo con todo el mundo. Eso te acerca más a la realidad que limitar las relaciones a otras personas de tu entorno universitario o profesional». Vicente Salas se apoya, a la hora de argumentar más en profundidad, en una frase definitiva y redonda que explica muchas cosas. «Vas por delante de lo que han sido tus experiencias anteriores y te produce cirto vértigo, a diferencia de las personas que ya han crecido en esos ambientes».
La familia Salas suele viajar una vez al mes a Albelda desde su residencia habitual en Zaragoza. Ahora están reestrenando casa en el pueblo; la misma donde nació el propio Vicente. Su esposa está encantada en La Litera, su hija (médico) y su hijo (ingeniero) tienen su grupo de amigos en Albelda, y todos regresan disfrutando del momento. «No sé si volveré de manera definitiva, pero que seguiré viniendo es evidente», señala el Catedrático con ademán confortable en su rostro.
La universidad pública y el Banco de España
Con 27 años, y tras hacer el servicio militar en Mallorca, Vicente Salas ya ingresó, como Doctor en Economía de la Empresa, en la Universidad de Zaragoza (1978). Su formación, y sobre todo su vocación, le llevó a desempeñar tareas de investigación de buen inicio, acompañadas de la docencia. «La facultad de economía y Empresa era muy joven, todavía no había salido la primera promoción y era el único doctor del departamento. Desde el primer momento hubo que hacer un gran esfuerzo para responder a un número creciente de alumnos matriculados y al mismo tiempo dirigir las tesis doctorales para forma a los nuevos profesores. Al año siguiente se incorporó mi compañero Alberto Lafuente (por desgracia falleció hace unos pocos días) también doctor y juntos pusimos en marcha un proyecto universitario innovador que recibió amplio reconocimiento de nuestros colegas». Al poco tiempo fue nombrado primer coordinador del área de Economía y Derecho dentro de la Comisión Asesora de Investigación Científica y tecnológica, CAICIT, del Gobierno de España.
En 1987 alcanzó la Cátedra en Economía de la Empresa, y en 1990 cambió de aires haciendo de la renovación virtud camino de la Universidad Autónoma de Barcelona. «Fue una gran experiencia universitaria, que acompañé con un proyecto al que fui invitado por la Cámara de Comercio de Barcelona. Concretamente, me nombraron representante de una Comisión de economistas de empresa del Consejo Internacional de Cámaras de Comercio. Fue una experiencia muy interesante que permitió visitar varias ciudades del mundo y compartir experiencias con economistas de empresas como Ford y Nestlé». Ni durante su estancia en Barcelona ni posterior a su vuelta a la Universidad de Zaragoza, Vicente Salas ha abandonado su labor docente e investigadora. Por una vez, y sin que sirva de precedente, el catedrático presume de algunos de sus logros: «Me siento muy orgulloso de haber trabajado durante tantos años en la universidad pública. A lo largo de todo este tiempo he dirigido más de treinta tesis doctorales, varios de mis alumnos son catedráticos en distintas universidades españolas, con equipos propios y publicando en las mejores revistas del mundo de su especialidad. Un antiguo estudiante de Zaragoza es profesor en la escuela de negocios INSEAD en Paris y otro de Barcelona profesor en la escuela de negocios de la Universidad de Harvard». Vicente Salas no puede disimular su enorme apego a la universidad en todos los quehaceres que ha cultivado.
La provechosa etapa catala aun le ofreció otras satisfacciones, ya que en 1994 fue nombrado consejero del Banco de España. La propuesta surge del Gobernador Luis Ángel Rojo y contó con el informe favorable del gabinete de Moncloa del entonces presidente Felipe González. Esta fue la primera etapa de cuatro años en el banco central nacional; sin duda más tranquila que la segunda experiencia que le está tocando vivir en la misma institución, primero en el primer mandato de 2006 a 2012, y ahora en el segundo después de un breve paréntesis fuera del Banco. «Son dos etapas muy distintas. En 1994 se iniciaba la independencia estatutaria del Banco de España y como miembro del Consejo General nuestras competencias se limitaban casi exclusivamente a las decisiones de política monetaria que ahora son competencia del Banco Central Europeo. En esta segunda etapa, en la Comisión Ejecutiva las responsabilidades incluyen también la supervisión bancaria y la crisis ha recabado la máxima atención y esfuerzo. Deberán de ser otros más independientes y con más perspectiva temporal, quienes juzguen aciertos y errores de los que, en la parte que corresponde, asumo mi responsabilidad». Cuando Vicente habla de este tema, su gesto permanece hierático y su tono de voz se ralentiza. «Desde la entrada del Euro hasta el estallido de la crisis el crédito bancario creció por encima del 20% anual, los pasivos bancarios, cada vez en mayor medida procedentes de ahorro del resto de Europa, alcanzaron cuatro veces el PIB. La crisis internacional sembró dudas sobre la capacidad de los activos del balance de los bancos para respaldar a depositantes y bonistas y la duda se trasladó a la capacidad de la economía española para asegurar los depósitos con garantía pública. Lo que se esperaba que fuera un aterrizaje suave del crédito bancario y de los precios de los inmuebles devino en una gran crisis y recesión económica. Proteger la estabilidad del sistema financiero, incluida la seguridad de los depósitos, fue la máxima prioridad de las autoridades públicas. La sociedad en general entendió que se estaba ayudando, para muchos injustamente, a los bancos».
Vicente Salas cumple su segundo mandato (2012-2018) como consejero ejecutivo del Banco de España. Actualmente la situación es distinta: «En 2012 el Banco Central Europeo salió expresa y convincentemente en defensa del Euro y con ello devolvió una gran tranquilidad a los mercados financieros y bancarios de los países periféricos, entre ellos España. Desde hace poco más de un año se dan pasos hacia la Unión Bancaria, unos pasos que debían haberse dado desde la creación del Euro, cuando el ahorro europeo viajaba de los países centrales a los periféricos por los canales bancarios y se dio la paradoja que, cuando llega la crisis, cada país debía de hacer lo necesario, con sus propios medios, para proteger el ahorro del resto de los europeos. El sentido común dice que si se está creando un mercado de depósitos dentro de toda la zona Euro, debería ser el conjunto de países del Euro, con los mecanismos de la Unión Bancaria, quienes salgan juntos a proteger a los depositantes».
Actualidad económica en voz del Catedrático
«Estamos mejor que hace cuatro años, pero sigue faltando demanda, y si no hay demanda la inversión no crece lo suficiente para estimular la economía, el empleo y la productividad». La primera parte de su diagnóstico se construye por la reacción del Banco Central Europeo al dotar a los estados de la Unión Europea de una estabilidad que antes no existía, relajando el coste de la financiación de los estados, las empresas y las familias. A esto habría que sumar la bajada en el precio del petróleo.
Sobre el poco dinamismo económico, en general, Vicente Salas se apoya en una realidad demográfica europea que da como resultado una población envejecida que no tiene las mismas necesidades de consumo que una pareja joven que quiere iniciar una vida en común (hijos, casa, coche…). Sobre las particularidades de España, él pone el foco sobre dos cuestiones principales: «El problema de la deuda principalmente privada, hace diez años, es que se utilizó para hacer casas que son bienes de consumo y que se van a ocupar en la medida en quienes trabajan en su construcción después van a encontrar trabajo en otros sectores de la economía. Imaginemos que España hubiera aprovechado la bonanza financiera del Euro para construir infraestructuras hoteleras. Las personas ocupadas en esa construcción podrían haber sido después formadas y reocupadas en servicios hoteleros». En contra de lo que muchos ciudadanos puedan pensar y sufrir, Vicente Salas advierte que los impuestos que se pagan en España son insuficientes. «El problema es que para la economía que tenemos recaudamos muy poco. Queremos un nivel de estado del bienestar que tiene un coste por encima de lo que somos capaces de recaudar con el sistema impositivo actual. Aunque siempre hay margen para mejorar la eficiencia del gasto entiendo que la prioridad es reformar el sistema impositivo para aumentar los ingresos».
Ya que estamos, aprovechamos. El profesor Salas explica la complejidad con una naturalidad que la traduce en asumible para el no iniciado. Su tono cercano y relajado aumenta nuestro grado de concentración. Ahora toca hablar de los límites del crecimiento económico en los países desarrollados: «Soy partidario de buscar las fórmulas necesarias para que la tecnología nos permita ampliar el bienestar de todos los ciudadanos y a la vez sea más inclusiva. La eficiencia energética hay que llevar al límite que permita la tecnología. Apuesto por la innovación tecnológica y el diseño institucional como solución al crecimiento sostenible. Personalmente no creo que hayamos llegado al punto en que países como España deban renunciar al crecimiento como forma de aumentar la sostenibilidad medioambiental, pues ello aumentaría la pobreza y la desigualdad».
La reflexión por el grito
En los dos últimos lustros, los medios de comunicación se han llenado de economistas cargados de fórmulas mágicas que advertían de lo que iba a pasar, aunque no existan excesivas pruebas. Vicente Salas vive en otra esfera demostrativa, nuevamente, de su perfil general como ser humano. «Yo creo que tenemos una responsabilidad de poner nuestras opiniones al alcance de la gente, pero debería haber algún cauce ordenado para que los resultados de las investigaciones académicas se destilara hasta formar parte del debate ciudadano. En ese proceso de transferencia sí me gustaría participar… De hecho lo intento pero con poco éxito». Su experiencia reciente en este aspecto la ejemplifica recordando el escaso eco que tuvieron dos artículos escritos hace pocas fechas en El País. «Publiqué dos columnas de opinión sobre la evolución de los beneficios empresariales en España en los años de crisis, constatando que la recuperación de la inversión iba muy por detrás de la recuperación de los beneficios, sin apenas repercusión. Se trata de un tema importante del que se han ocupado también los medios de otros países pero en nuestro país parece que no interesa». Visto lo visto, ¿cabría un intento televisivo adaptado?: «Hoy por hoy no me veo en un formato en el que los temas de debate se seleccionan por la inmediatez y donde los participantes tienen que saber gritar más que los demás para hacerse oír. Prefiero la pausa y la reflexión». Habría que reinventar espacios como La Clave, ambientes envueltos en humo y puestas en escena «made in Balbín».
De lo particular a lo comarcal
«Lo que más apreció de Albelda es la capacidad de asociarse que demuestran sus vecinos (Lo Magré, la Rondalla, Mosos y Carreters, las Penyas d’Albelda,…). En una sociedad inclinada al individualismo, estos proyectos en común son un ejemplo para todos». Vicente Salas se viste de albeldense para reconocer las virtudes de un pueblo que es el suyo. «También aprecio como ha cambiado con los años la voluntad, el interés y las posibilidades de la gente para estudiar. Me gusta ver como se ha reducido la distancia entre la vida del pueblo y la de las ciudades a lo largo de los años. Como se ha sabido adaptarse a la modernidad sin perder los valores y las señas de identidad del mundo rural. Es un motivo de orgullo ver como los vecinos del pueblo se esfuerzan y consiguen mantener sus señas de identidad». Las mismas que el persiste en cultivar, a la vez que trasmite a los suyos.
En el terreno económico, reconoce que con parecidas oportunidades, pueblos como Altorricón o Binéfar se han mostrado, históricamente, más dinámicos que Albelda. Su capacidad de autocrítica enlaza con la idea de sumar voluntades bajo el manto comarcal. «Creo que se debe trabajar más la imagen de marca, poner en marcha actuaciones en la línea de las denominaciones de origen que diferencien los aspectos únicos de lo local en un mercado global. Valdría la pena trabajar más en esa línea de proyectos, más allá de los que se realizan en la prestación de servicios compartidos, que impliquen a todos los pueblos de la comarca con el propósito de combinar en una imagen colectiva elementos del territorio, de la cultura, de la economía y de los valores humanos».
Sobre una de los problemas más acuciantes en nuestros municipios, la despoblación, el profesor apela a otras formas y modelos para intentar resistir la envestida de una realidad compleja. «Se está recuperando la idea de un desarrollo sostenible a nivel familiar. Es el modelo francés de la granja, la torre, como un lugar de cierto autoabastecimiento con producción artesanal muy identificada con el territorio, sin tener que renunciar al acceso a servicios de salud, educación… Podría ser un punto de partida para buscar una solución a la despoblación. Pero también creo que a nivel institucional falta reflexión sobre el problema. Haría falta aprender de lo que se está haciendo en otros lugares, ver las oportunidades que ofrece la creciente digitalización de la economía, la interconexión virtual instantánea con cualquier punto del mundo. Será difícil frenar la creciente urbanización pero hay que hacer lo posible para preservar el mundo rural».
Balance final… «cuenta de explotación»
Resumen de dos horas de conversación grabadas y trasladadas, negro sobre blanco, a través de tres mil palabras. Muchas, pocas o las necesarias para tratar de acercarles a un personaje con alma y obra suficientes como para colmar de orgullo a todos sus paisanos. Desde su natural normalidad presentada en una sonrisa, hasta su mérito-demérito conjugado sobre las oportunidades que le ha brindado la vida. Con el permiso de Vicente, me quedo con una frase: «La igualdad de oportunidades es fundamental para el progreso social»; palabra de albeldense.