Portada y reconocimiento para el trabajo de Silvia Isábal Mallén sobre la historia industrial de Binéfar en el pasado siglo (hasta 1975). Un minucioso estudio que revela, para sorpresa de muchos, esa autonomía empresarial y creativa que ha acompañado a los binefarenses a lo largo del último siglo. La entrevista que ofrecemos a continuación con la autora está introducida por un párrafo del prólogo de La Industrialización de Binéfar, a cargo del prestigioso economista y paisano, Vicente Salas Fumas como mejor preámbulo de la charla con Silvia Isábal acerca de su notable trabajo.
“Como literano, albeldense para más señas, lo primero que quiero manifestar es el orgullo que me produce constatar la publicación por una binefarense de un libro con los rasgos de rigor y relevancia que acabo de señalar. La autora no tiene experiencia académica, pero su libro traspira el buen aprovechamiento de sus estudios universitarios en dirección de empresas, una dilatada experiencia empresarial y un respeto y reconocimiento hacia los protagonistas de la historia empresarial de Binéfar, cuya pequeña gran obra es recuperada en este importante libro”
Vicente Salas Fumás, Catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Zaragoza
¿Por qué es recomendable leer La industrialización de Binéfar?
Porque es un libro que narra la evolución de Binéfar, de cómo el pueblo agrícola que era en los siglos precedentes adopta un carácter industrial en el siglo XX, un proceso además en el que los protagonistas fueron los mismos binefarenses.
¿Qué es lo que más le ha gustado en el proceso de elaboración del libro?
Son varias las cosas que me han gustado: en primer lugar constatar a lo largo de su elaboración que el carácter emprendedor de nuestra villa no es un mero tópico sino que es un hecho que ha quedado perfectamente demostrado, y en segundo lugar la posibilidad de contactar y conocer a determinadas personas, con algunas de las cuales he estrechado mi relación. También me ha apasionado ir descubriendo aspectos hasta ahora inéditos de nuestra historia.
¿Qué no le ha gustado tanto?
La labor de documentación ha sido muy compleja, el libro abarca muchos sectores desconocidos para mí, y para eso he tenido que leer innumerables monografías y tesis acerca de la evolución de determinados sectores, así como conocer los procesos que tenían lugar en esas fábricas. Por otro lado, la búsqueda en archivos también resulta una tarea pesada, y más cuando son tantas las industrias a estudiar.
¿Cuántas entrevistas ha mantenido para recabar información?
Pues tranquilamente unas sesenta entrevistas, más o menos extensas dependiendo de la importancia de la industria. Tengo que reconocer además públicamente que la mayoría de la gente se ha mostrado encantada de compartir sus vivencias conmigo y han hecho muy fácil mi trabajo.
¿Cuántas personas han colaborado con usted en la transmisión (oral o escrita) de la historia que cuenta en el libro?
Bastantes más, que van desde la Registradora Mercantil de Huesca que me ayudó en la búsqueda de documentación de determinadas sociedades, a las distintas personas a las que he recurrido para que me ayudaran a localizar a esa persona idónea, algunas veces residente fuera de Binéfar, que me relatara la historia de la fábrica de su familia. La implicación de los miembros del Cellit también ha resultado determinante, así como la de la técnico del Archivo Municipal.
¿Cómo ha logrado conjugar la tarea profesional y familiar con la elaboración del libro?
Cuando un tema apasiona, se acaba encontrando tiempo. Es cierto que el libro ha acaparado prácticamente todo mi tiempo libre en los últimos meses, pero no se me ocurre mejor manera de disfrutarlo.
¿De qué manera ha influido en Silvia Isábal a la hora de escribir este libro el hecho de pertenecer a una familia con historia industrial en Binéfar?
Creo que influye en que me he acercado a los empresarios con empatía, conociendo de antemano los esfuerzos y sacrificios que implica intentar levantar y mantener una industria.
Si tuviera la oportunidad de volver a escribir el libro, ¿qué cambiaría?
A raíz de su publicación, algunas personas están recordando que en sus casas hay fotografías de determinadas fábricas, seguramente ampliaría la parte gráfica.
Una vez leído, ¿qué es lo más interesante que le han dicho respecto al libro?
La mayoría de las personas mayores se han emocionado y agradecen que recuerde ese Binéfar que hasta ahora solo estaba presente en su memoria. Los más jóvenes en cambio muestran su sorpresa por el alcance que tuvieron muchas de las fábricas binefarenses.
¿Habrá segunda parte (último cuarto del siglo XX)?
Yo sigo pensando que es necesaria una cierta perspectiva para contar una evolución histórica, y el último cuarto del siglo es todavía muy reciente. A pesar de todo, la crisis del petróleo y la adhesión al Mercado Común Europeo llevaron a la industria binefarense a un proceso de reconversión en el que sería interesante profundizar.
¿Qué hubiera sido de la industria de Binéfar sin la llegada del agua y el ferrocarril?
La llegada del agua fue común a toda una zona, pero la presencia del ferrocarril (que al mismo tiempo provocó la construcción de carreteras que enlazaban con él), privilegio de muy pocas poblaciones. Binéfar se encontró en una situación inmejorable, en medio de una zona que se transformó gracias al regadío, y convertida en el centro desde el cual se expedían los nuevos excedentes agrícolas que éste produjo. Estos hechos explican la existencia en Binéfar de ciertas industrias como fueron la harinera, la fábrica de derivados lácteos, la algodonera o la planta desfibradora de lino, pero no acaba de explicar la aparición de otras muchas industrias de sectores diversos, fruto de la iniciativa individual de algunos de sus habitantes.
En el tiempo estudiado en el libro, ¿las personas estuvieron por encima del entorno?
Está claro que el entorno era favorable y además Binéfar contaba con una red de servicios notable y un aumento demográfico importante que explica la aparición de algunas industrias dedicadas a la fabricación de productos de consumo, pero aún así nunca gozó del apoyo de las instituciones públicas. Fue la iniciativa personal la que llevó a emprender pequeños negocios que solo a base de esfuerzo e ilusión acabaron convirtiéndose en muchos casos en empresas notables de alcance nacional.
¿Concluye usted que existió en aquel tiempo un carácter especial de los binefarenses a la hora de emprender negocios?
Todo hace pensar que sí, y el importante número de patentes obtenidas por binefarenses también hace pensar en una cierta creatividad aplicada a la industria.
¿A qué lo atribuye?
Hay quien lo atribuye a la llegada de gentes de fuera, emigrantes que no tenían nada que perder y llegados para trabajar duro, pero no todos los empresarios responden a ese patrón. Aún a riesgo de que un sociólogo me contradiga, yo creo que en Binéfar se dieron una serie de circunstancias que crearon un caldo de cultivo para el emprendimiento. Por un lado, el entorno al que hacíamos referencia antes, pero también tiene que ver un cierto carácter abierto a ideas y a personas, posiblemente derivado de la situación de la población, en un llano sin barreras y bien comunicada. Por otro lado, la llegada del regadío tuvo una serie de consecuencias sociales como fueron la atomización de la tierra y la necesidad de asociación de los labradores, circunstancias que también favorecieron las dinámicas emprendedoras.
¿Por qué surgen tantas industrias y tan diferentes?
Solamente se explica por la presencia de un empresariado emprendedor y con alta capacidad de trabajo que inició pequeñas industrias que acabaron convertidas en fábricas. Son los ejemplos del zapatero Jerónimo Mauri, que tuvo la única fábrica de calzado de la provincia o el pastelero Manuel Valle, que amplió sus actividades y se convirtió en una fábrica de galletas de referencia.
¿Cuál de ellas le ha resultado más sorprendente?
Me he sorprendido con bastantes, por ejemplo con el alcance internacional de Inarpunt y Leather, con los inicios más que modestos de Pinturas Lepanto, con la constatación de lo novedosas que eran las fábricas de aceite de los primeros años del s. XX, con el recorrido de La Harinera de Binéfar, con la cantidad de negocios iniciales de Luis Tomás Riverola, etc.
¿Qué nombres propios destacaría en “La industrialización de Binéfar”?
Por su presencia en varias de las industrias más importantes, yo destacaría a Prudencio Salillas, José Lacort, Domingo Grau y José Marco.
Ese carácter emprendedor de los binefarenses, ¿ha mejorado, se ha estabilizado o ha empeorado?
Yo diría que hay iniciativas que parecen demostrar que sigue dando muestras de su permanencia, como son por ejemplo los casos de varias empresas con éxito en el e-commerce. Por otro lado, es importante la lista de las industrias binefarenses cuyo alcance traspasa las fronteras nacionales.
De unos años a esta parte, ¿la importancia del sector primario ha eclipsado, en parte, la aparición de otras industrias?
El problema es que las industrias más importantes que hay en este momento están vinculadas al sector primario e incluso a veces caemos en el error de pensar que ésto ha sido siempre así. Sin embargo, hay que reivindicar al resto de sectores, algunos tan importantes como el de la tecnología o las construcciones metálicas.
Lo que desee para concluir…
La evolución económica de Binéfar en el s. XX ha ido un poco a contracorriente de la evolución sufrida por el resto de pueblos de la comarca o de la provincia de Huesca y me siento muy orgullosa de haber tenido la oportunidad de estudiarla y mostrar su singularidad. En ese sentido, no me cansaré de dar las gracias públicamente a la Asociación de Empresarios de La Litera por haber hecho posible que este trabajo, nacido en el seno del Cellit, se haya convertido en un libro que está provocando reacciones muy positivas, lo cual es una gran satisfacción para mí.