El nacimiento de siete bebés el pasado año 2018 en Esplús, y el crecimiento de población en número de 44 nuevos vecinos, ¿obedece a un cambio real y futuro con respecto a la constante pérdida de habitantes que venía sufriendo el pueblo? ¿Es coyuntural y las cosas volverán a la línea negativa del pasado? O bien, ¿es simplemente una casualidad? Son preguntas que nacen, se hacen y obligan a reflexionar sobre lo ocurrido en el padrón de Esplús 2018.
Visitando el pueblo, hablando con los vecinos y confirmando sus servicios, no es difícil concluir que, en el caso que nos ocupa, las casualidades no existen porque sí; todo obedece a una o varias circunstancias por más complejas que puedan ofrecerse a la hora de ser argumentadas.
Desde el primer momento en su nuevo cargo, la alcaldesa Tania Soláns apuntó como problema principal del pueblo la rebaja, padrón a padrón, en el número de vecinos. Tania, siguiendo la estela de su antecesor y recordado Eduardo Lalana, se puso manos a la obra. Cabía implementar una serie de medidas que, en su conjunto, pudieran frenar la caída de población, estimulando a los jóvenes del pueblo para que se quedaran a vivir en el mismo. Entre las medidas formuladas encontramos: La matrícula gratis en la escuela infantil; primar a los nuevos empadronados, principalmente jóvenes y con niños pequeños; comedor escolar donde el Ayuntamiento paga todos los gastos de monitor e instalaciones y los padres solo se hacen cargo del precio del menú; servicio de ludoteca hasta las siete de la tarde por 30 euros al mes; bonos para la compra de material escolar; taxi gratuito al centro de salud de Binéfar; fisioterapeuta subvencionado y bolsa de vivienda permanente con el objeto de abrir viviendas en el pueblo para poderlas ofrecer en alquiler: «La buena noticia que hemos tenido con el aumento de población, no obedece a un único factor. Son varias circunstancias sumadas entre las que están esas medidas lanzadas por el Ayuntamiento. Pero no hay que olvidar, porque son muy importantes, las empresas que tenemos y que siguen una trayectoria empresarial positiva. A ello cabe sumar la industria agrícola y ganadera y todo lo que se mueve alrededor de ella. Además de estar muy bien ubicados a tan solo cinco minutos de Binéfar y de la autovía», señala Tania Soláns, al tiempo que apunta a otro factor social que anida en el ánimo de los esplusenses: «Noto que existe un orgullo especial en los jóvenes por seguir viviendo en su pueblo, en Esplús. En tiempos, irse fuera a trabajar y a vivir estaba de moda. Ahora, esa visión ha cambiado, y aquí tenemos un buen número de parejas jóvenes, muy preparadas, que han decidido quedarse a vivir en el pueblo».
Personas jóvenes, parejas que comienzan un proyecto de vida en común y que deciden hacerlo desde Esplús. En ese nuevo escenario, no es casualidad que hayan nacido siete niños –cuatro chicas y tres chicos- en el último año; concentrados en el periodo que va del 30 de agosto al 3 de diciembre. En el año 2017 no se había registrado ningún nacimiento, mientras que en 2016 fueron dos los nacidos. La escuela de 0 a 3 años, que hoy cuenta con cinco niños, tiene asegurada su vigencia en los próximos años, mientras que la de 4 a 12 años, con un total de 41 alumnos, es un seguro de enseñanza que no peligra atendiendo al número de alumnos.
La suma de todos los elementos expuestos ha procurado que el padrón de 2018 se vea mejorado con respecto a 2017, pasando de 588 a 632 vecinos: «No podemos permitir que los jóvenes tengan que marchar de los pueblos que les vieron nacer en busca de un futuro que su tierra no les brinda», subraya la alcaldesa, mientras recuerda y eleva a categoría el trabajo que viene desarrollando la Diputación Provincial de Huesca (DPH) en apoyo a los ayuntamientos, y todos en la lucha contra la despoblación: «Las administraciones superiores deben apoyar la labor que está realizando la DPH, liderando la lucha contra la despoblación e introduciendo medidas como el plan de banda ancha en los pequeños municipios».
El marco social, económico y empresarial que presenta el pueblo permite aventurarse, a la hora de concluir que es muy probable que estemos ante un cambio real que logre frenar la pérdida de población, y en un segundo escenario pueda llegar a ir sumando más vecinos de manera continuada. Cabe tener en cuenta que la buena nueva con 44 nuevos habitantes se produce sin contar todavía con el efecto que puede, y en lógica debe, proporcionar el inicio de la producción en el nuevo matadero de Litera Meat, en Binéfar: «La calidad de vida que tenemos aquí es evidente. Contamos con servicios fundamentales para un pueblo; además del colegio, tenemos médico todos los días, dos tiendas, dos peluquerías, dos bares –tres en verano-, ludoteca… Y es nuestro pueblo. Poder vivir con tus hijos en el lugar que naciste es un lujo», señala Yoana Terés, una de las mamás protagonistas del aluvión de niños nacidos entre agosto y diciembre pasados.
Resulta manifiesto el ambiente positivo que se vive en Esplús derivado de ese crecimiento de población, después de años de caídas. Hablamos a diario de despoblación, pero es hora de pasar del verso a la prosa; de la palabra a la acción. Así está ocurriendo en el municipio esplusense, y parece que las cosas no les han ido nada mal en los últimos doce meses: «Muchas veces nos encontramos con que otras administraciones nos complican el trabajo a la hora de pedir subvenciones para implementar medidas contra la despoblación. Esto debe cambiar, si realmente existe una voluntad verdadera de cambiar las cosas», concluye Tania Soláns. Es hora de poner en práctica aquello que luce, negro sobre blanco. En juego está el futuro y la supervivencia de decenas de pequeños pueblos. No podemos permitir que Aragón sea solo Zaragoza y el resto ni siquiera cuente como paisaje.