Alba y Esther Rivera son hermanas con gustos, preferencias y aficiones compartidas. Desde la formación académica –ambas van para profesoras-, hasta el apego en su tiempo libre por el fútbol, y más concretamente por su CDJ Tamarite. Ellas dos forman parte ya de esa foto fija de cada domingo en La Colomina; los jugadores sobre el césped, Félix Jiménez en la banda y las dos hermanas tomando buena nota de todo lo que ocurre en el campo. Alba, cámara al hombro, y Esther, anotando negro sobre blanco cualquier incidencia con destino a la web del club. En un mundo como el fútbol protagonizado por hombres, ellas representan la normalidad que debe presidir el hecho de que dos chicas conserven una gran afición por el balompié, y por colaborar con el equipo de su pueblo.
La temporada ha concluido, y el CDJ Tamarite ha firmado una campaña histórica. Las caras de Alba y Esther muestran esa buena nueva. Después de diez meses de fútbol, fotos y crónicas, ambas ya piensan en la próxima liga y en su continuidad al frente de la web del club. Alba es la mayor y cuenta con 24 años, Esther acaba de cumplir 19 y entre las dos suman ya lustros de fútbol a sus espaldas. La primera en aficionarse fue Esther: “A los 7 años ya bajaba con mi padre al campo para ver los partidos. Siempre iba con una pelota en las manos. Recuerdo que en los descansos, salía con mi balón al césped para corretear y chutar, mientras volvían los jugadores para seguir con el partido”. Alba llegó más tarde a probar esa suerte de encandilamiento que les ha producido el fútbol dominical. Esta temporada, además de asistir a todos los encuentros del Tamarite en casa, han viajado a la gran mayoría de desplazamientos.
Sus primeras fotos y crónicas fueron con el equipo juvenil cuando militó, hace dos temporadas, en Liga Nacional. Empezaron ayudando a Jesús Almuzara, y poco a poco fueron introduciéndose en el fútbol tamaritano hasta ser protagonistas de la proyección mediática del club. Y es que cada semana, las fotos que vemos en los periódicos regionales del CDJ Tamarite son gracias a Alba y Esther, y a sus envíos a las redacciones de Heraldo de Aragón y Diario del Altoaragón: “Cada partido suelo hacer unas 600 fotografías. Después selecciono y envío a los medios. También suelo remitir las fotos que protagonizan a los propios jugadores y entrenador”, señala Alba. Precisamente, y como premio a su labor, el año pasado fueron nominadas en los premios de la Gala del Deporte de Heraldo con un trío de fotografías que, finalmente, obtuvieron un magnífico segundo puesto: “El hecho de estar nominadas, ir a Zaragoza y vivir aquel ambiente ya fue más que suficiente”, reconoce Esther.
Ambas dos forman parte del grueso del club al lado de jugadores, técnicos o directivos. La afición que profesan, la simpatía que desprenden y la generosidad que regalan les han hecho acreedoras a entrar por la puerta grande. Un partido en La Colomina ya no es igual sin las fotos o crónicas de Alba y Esther. A pesar de la acogida, ellas son conscientes de estar cada domingo en un mundo de hombres que siguen sin entender, también las mujeres, la afición que puede tener una chica o señora por el balompié: “La gente se queda sorprendida y nos suelen preguntar si nuestra pareja juega en el equipo. Cuando les decimos que no, que lo hacemos porque nos gusta el fútbol y el equipo de nuestro pueblo, entonces ponen cara extraña. Nos gusta y ya está”. Por suerte y en aras de una normalización necesaria, otra de tantas, el fútbol femenino sigue elevando el nivel y seguimiento en España. Pero, en el caso que nos ocupa, hablamos de fútbol masculino, la excepción femenina en las estructuras de los clubes la ponen algunas fisioterapeutas y poco más.
Nuestro interés en la conversación aborda ahora las loas al equipo que ven y disfrutan cada domingo. Alba y Esther no entran a destacar futbolista alguno de su CDJ Tamarite. Les resulta difícil, dicen, aunque las miradas de complicidad entre ellas dos advierten otra cosa: “No, no. Podríamos destacar a la mayoría, unos por una cosa y otros por otra. Al final lo que cuenta es el equipo y la temporada tan buena que han hecho”. Parece ser que los elogios los han guardado para el entrenador: “Félix Jiménez es el responsable del buen rollo que hay en la plantilla, fundamental para después conseguir lo que se ha conseguido. Además, es un entrenador que confía mucho en su idea de fútbol, en su equipo y en la gente joven. Es un especialista en hacer crecer a los jugadores a su lado”, subrayan las hermanas Rivera, en un análisis muy atinado sobre el técnico arlequinado. Como certeras son sus crónicas y exactas sus fotos. Más allá de su buen trabajo y altruismo demostrado, Alba y Esther son parte necesaria para que el mundo, en este caso futbolístico, continúe en los pueblos, además de romper con ese muro imaginario que separa el fútbol masculino de la mujer.