La II edición del Foro Somos Litera presentará en Tamarite al reconocido periodista y escritor Andrés Aberasturi, referencia durante varios lustros en diferentes medios de comunión españoles. Televisión, radio y prensa; ningún medio se ha resistido al particular encanto comunicativo de este singular periodista.
Nos citamos en su ciudad natal y en una fría tarde de noviembre. Madrid nos recibe al paso de un monumental desfile de vehículos entrelazados en carriles mil. Nuestra entrevista tiene lugar en el despacho profesional del mayor de sus dos hijos. Andrés sonríe al encuentro mientras me pregunta por el desmesurado interés mostrado por el viajero para llegar a la capital con el objetivo de ver y oir a “un pobre jubilado, alejado de las batallas mediáticas que se organizan a diario en los diferentes medios”. Su figura enjuta y, aparentemente, frágil se acomoda sin grietas a su pausado, envolvente y escéptico tono de voz. Desde el minuto cero, Aberasturi no engaña, según el retrato que uno se ha venido haciendo de él a lo largo de tantos años de verle, oírle y leerle. Mientras descargo el “material bélico”; cámara, grabadora, últimas revistas publicadas y una chuleta con cuatro palabras clave, Aberasturi va y viene buscando el lugar exacto para esa foto de portada que tanto me desvela. Una vez elegido el escenario, nuestro protagonista se sienta en un generoso sofá con tintes pretéritos y protegido por un lienzo inexplicable como cabecera. Abraza el último número de Somos Litera y me advierte de su incomodidad ante la cámara. Tres disparos sin descanso inmortalizan la portada del número de diciembre. Acabamos… de empezar y ahora toca la escena que a él y a mí más nos gusta. Hablar, conversar, entrevistar… “Gracias por venir y por invitarme al Foro Somos Litera. Conozco vuestra tierra. Conozco Huesca y tengo un vínculo especial con Lleida, ya que durante tres años estuve viviendo allí. Mi padre trabajaba en la fábrica San Miguel”. Mi sorpresa por ese episodio de su vida, tan cercano a nuestro origen, obliga a Aberasturi a desempolvar algún recuerdo de infancia. “Debía tener siete u ochos años, ya que en aquella época llegué a ser monaguillo en la iglesia de San Lorenzo. Tengo unos recuerdos de una Lleida que nada tiene que ver con la que ahora podemos ver. El Segre, por ejemplo, estaba hecho un desastre y ahora está muy bonito. La transformación ha sido brutal”. Aberasturi repasa algún que otro momento leridano, mientras nos recuerda que será la primera vez que visite la comarca de La Litera, no la provincia de Huesca.
En nuestra conversación, y antes de repasar la actualidad en la profesión desde la atalaya del tiempo y trayectoria de Aberasturi, recalamos por un minuto en el II Foro Somos Litera y en el tema que proponemos para su desarrollo en la presente edición, ‘Alejamiento ciudadanía-clase política. Motivos y soluciones’. “He respetado el título porque me gusta como punto de partida para negarlo, para decir que no es verdad. El problema es que hay un gran acercamiento hostil, que no denota precisamente identificación. Es un rechazo de la sociedad hacia unos políticos que no están haciendo las cosas como cabía esperar. Hay un gran desánimo y una enorme conciencia crítica que se está empezando a manifestar en pequeños foros y que está favoreciendo que emerjan partidos políticos que uno no podía imaginar que salieran de una manera tan potente. La sociedad está implicada, descontenta y harta de la política y de los políticos”. Andrés se anima, y por un momento ya lo estoy viendo inmerso en su papel de ponente en nuestro Foro. Hay que frenar para estimular la entrada. Lo dejamos aquí con la intención de que su discurso continúe el próximo 13 de diciembre, en Tamarite de Litera, y ante un Pabellón Municipal repleto de público e interés.
Aberasturi expone sus argumentos informados con claridad y sugestivo desdén. Con seguridad y alegre indiferencia. Con sabiduría y amable displicencia inversa. Parece que no, pero intuyo que sí. Es la viva imagen del periodista en guardia, dispuesto a todo sin abdicar de nada, y mucho menos a la vera de sus sesenta y cinco años. “Esta última etapa la he llevado mal con el ERE de RTVE. No es que tuviera mono de radio o televisión. Ya he hecho lo que tenía que hacer y uno no se puede eternizar en ningún puesto. Lo peor era la prohibición de poder trabajar. No podía salir en ningún sitio y eso era una situación incomoda. Ahora con la jubiliación ya me he liberado y he vuelto a colaborar con Radio Nacional. No aspiro a presentar ni a dirigir. Me espantaría la idea. No quiero mandar ni obedecer. Me basta con colaborar en algún sitio donde no haya que gritar”. Adaptación imposible para un comunicador que logra llegar a través de la seducción natural envuelta en tonos que acarician antes de informar. Ahora todo es diferente, y en su mayoría los profesionales que informan, leen y leen sin más freno y conocimiento que el punto y final; a la siguiente línea. “El relevo es necesario. Ahora bien, el problema es que a veces oyes los informativos y te das cuenta que no basta con leer. Hay que estar un poco más preparado sobre lo que se habla. Una vez me preguntaron cuanto me costaba preparar una entrevista, y yo contesté que toda la vida. Es verdad, las entrevistas no se preparan en una hora, más allá de un cuestionario correcto. Creo que conviene saber algo más del tema y del personaje. Pero la gente vende su alma por una presencia en televisión”.
El mercado es libre y el alma propia. El periodismo de bufanda y camiseta triunfa en la desinformación diaria que incendia radios y televisiones. Aberasturi no se imagina en esas ágoras pobladas por el grito que ahoga la razón. “No, yo soy independiente, no doy espectáculo. Ahora los políticos son más moderados que los periodistas. Yo no tengo el menor interés en chillar para hacerme oir. Ya sé que eso no vende. Ahora el periodismo se ha hecho espectáculo. Es un periodismo de barricada que respeto pero no comparto. Yo no voy a vender mi independencia por una tertulia”. Mientras, el periodista y escritor madrileño busca y encuentra subterfugios que alimenten su amor por esta profesión. “Además de colaborar en el programa de Pepa Fernández, sigo escribiendo ya que sentimentalmente soy un periodista de prensa escrita. Pero no me planteo escribir libros ni nada por el estilo. Todo lo que pudiera escribir ahora mismo sería repetirme y no me interesa. Me parece horroroso escribir doscientos folios, que cuestan un huevo, para publicar por publicar, por vanidad… No tengo necesidad de eso”.
Aberasturi se mueve con destreza entre ideas claras y sencillas. No existe la radicalidad obtusa para sus seis décadas y media de vida en una vida que todavía le regala ilusión y nervios ante una cita en Tamarite de Litera. “¿Crees que vendrán? Y si no viene nadie, ¿qué hago? No puedo evitar cierto miedo escénico que me lleva a plantearme preguntas sin respuesta conocida”. Aberasturi saca a pasear ese lado naíf que tanto seduce, incluso al interlocutor más impasible y esmerado. “Yo voy a contar mi visión de las cosas. Lo importante es depertar el sentido crítico en las personas, y mucho más en un momento como el actual”. Entre opiniones y argumentos, nuestro protagonista se desliza con la facilidad y sencillez de un periodista ilustrado. Durante la conversación, y ante un lenguaje dinámico en el gesto, las múltiples pulseras depositadas en su muñeca izquierda suben y bajan al compás de la palabra y a la luz de la media luna tatuada en su mano derecha. Es Andrés Aberasturi o el periodista que escribe para comunicar, como pocos, desde su verdad más sencilla y natural.