Una decena de entradas para conocerlos:
Altorricón
Ricardo Ariño y Román Bometón son de aquí y nada lo podrá cambiar. Ni siquiera su cambio de residencia. Es lo que tiene el mundo y el centro, la vida y sus circunstancias, el arte que producen y el sueño que despiertos no quieren sacudirse. En Huesca ya saben que La Raspa mira a Altorricón para escapar, tocar y volver. La capital les ha abierto las puertas a su natural adaptación al medio que les proporciona una mayor y mejor movilidad con la que atender sus quehaceres profesionales. Este año último, el de su primera década de payasos, la pareja ha firmado un centenar de bolos por Aragón y comunidades vecinas, elevando un cien por cien las realizadas dos años atrás. Esto promete.
Joel Serra
Prueba de estrés no superada. Ricardo y Román no podrán olvidar, en modo alguno, al payaso Joel Serra. Al compañero que un día se presentó en Altorricón y les invitó a formalizar el Circo La Raspa (12 de noviembre de 2007), como trío indisoluble al viento del arte, soluble al terremoto de la vida. Y Joel se fue dejando sus botas de elefante a la entrada del laboratorio de ilusiones que lloró sin consuelo la fragilidad de sus células. ¡Ay, la vida!
¿Qué hacemos?
Con los puños apretados y la fuerza de la sangre… con la mirada hacia el frente, orgulloso y arrogante… Tirando, tirando palante… La poesía de Juanjo Javierre (Los Mestizos, 1986, Huesca) pudo ser inspiración perfecta a una integral dura e irresoluble para zanguangos de alma; no para un reactivado Circo La Raspa, ahora convertido en dúo por imperativo indeseado. Ellos lo cuentan y todavía no se lo creen, pero lograron salir a flote de un envite dispuesto para el fin (la fuerza de la sangre). En su memoria y en la propia, el CIRCO LA RASPA se convertía en un simple e inmejorable acrónimo de Centro de Interpetración y Reciclaje de Circo Oscense para Respuestas Artísticas y Soluciones Pedagógicas desde Altorricón. ¡Endavant, que dicen en el pueblo!
Freak Show
Fue su primer espectáculo nació con un pan bajo el brazo: Premio al Mejor Espectáculo de Circo Aragonés en 2012. La sorpresa fue tal, que a Román se le ha quedado la cara blanca; Richi se recupera a gusto, pero todavía sin cuerdas vocales que regalar. Ese reconocimiento fue el punto de no retorno entre el mundo amateur y el profesional. Hasta la fecha, Román campaginaba escena y volante de camión, mientras que Richi hacía otros varios. Lo cuentan con la humildad sin ambages de un torero y su maletilla: «Lo que estamos viviendo es un sueño. Nos podemos pagar los gastos y vivir de esto. Tenemos un sueldo… Es un sueño continuo…». Obnubilados por la verdad de las cosas, la pareja firman como profesionales desde el año 2013, y ahí siguen. Hacen de todo con dignidad elevada y montera encejada.
Premios
A los alumbramientos en forma de galardones, siguieron otros que han persistido -¡bendita obstinación!- en elevar el espacio mediático del Circo La Raspa. Esta circunstancia ha tenido en el tiempo una consecuencia telefónica en forma de llamada y contrato. Al Premio al Mejor Espectáculo de Circo Aragonés, le sucedió en 2015 el Premio Revelación de las Artes Escénicas de Aragón y en 2017 la nominación a los Premios Altoaragoneses promovidos por Diario del Altoaragón. «Los premios ayudan a entrar en los medios de comunicación. A partir de ahí, puedes llegar a muchas personas que te van conociendo y que después ven tus espectáculos con otros ojos». Actualmente, nuestros payasos cuentan en nómina con cuatro shows en permanente evolución representativa. A saber: Freak Show; Volatines de fuego; Felpudoman y Escobilla; Cataplum, su última creación. Además, ofrecen talleres de circo como actividad autónoma o como introducción a alguno de sus espectáculos.
Ideas
Se manifiestan sin un criterio advertido, pero tienen sabido que no deben osar escapar de las manos, gestos y palabras de sus beneficiarios. Ellos son el Circo La Raspa y, ¿dónde van a vivir y expresarse mejor?
Lo inadvertido puede arribar de una palabra como principio de todo. A partir de ahí van creando situaciones, escenas, diálogos… hasta dar con un todo que da sentido a los 60 o 70 minutos de show. Ha sido el caso de Cataplum, más ligero de contenido que su primera obra, Freak Show. La Raspa vienen del circo y residen en sus inmediaciones: malabares, clown, contorsionismo… y ahora más teatro. Siempre como autodidactas nacidos en las manos blancas de Joel Serra.
Un sueño, dos sueños, tres sueños…
Diez años en escena, cuatro de ellos de manera profesional dan para parir el primero de los sueños en sus noches de verano al calor de una carretera autonómica; de esas que unen pueblos en fiestas y artistas por decenas.
Su segundo sueño es la derivada de esa década y sus consecuencias: han modificado toda la imagen de Circo La Raspa contando con la ilustradora Mamen Marcén, conocida como la «Chica con flequillo» y el diseñador y fotógrafo Daniel Rojano, «Daromu» para diseñar su nuevo logotipo y la nueva imagen de sus espectáculos. También, han renovado su web (http://circolaraspa.com/). Y el tercer sueño vive en la nube de lo posible y en su intento de dar el salto a Europa. Para ello, cuentan con la colaboración de la agencia de gestión cultural Con mucho arte, afincada en Grañén. Con su directora están traduciendo Cataplum, con el objetivo de presentarla esta próxima primavera en una importante feria europea de artes escénicas que tendrá lugar en Bélgica.
Yo Carablanca, tú Augusto…
Richi y Román responden en escena al perfil de la pareja de payasos tradicionales: Carablanca (Román) es el locuaz clásico de cara enharinada, autoritario, distinguido, creído y superior; Augusto (Richi) es el autónomo, remiso en verbo, gesto gigante, acumulador de obstáculos que siempre vence y sabio por inoperancia. Son papeles que suelen adoptar en escena, más allá del show que representan. Ellos hablan de la complicidad sin miradas, ni palabras, ni gestos… simplemente sabiendo que son y están.
Y cierto es que cuando comenzaban, Richi se equivocaba de verdad, y la gente se desternillaba pensando que era parte del guión. Pero, no. Richi erraba sin querer y Román se desesperaba de verdad. Era el mundo al revés, y eso es precisamente el clown, el payaso, la ilusión.
Yo Richi y tú Román
Richi habla de Román: «¿Mi hermano pequeño? No, no, ya tengo nueve naturales. Lo mejor es que es muy buena persona. Admiro su profesionalidad, lo metódico que resulta en su trabajo. ¿Lo peor? Cuando le falla el método. Yo le insisto que debe parar, esperar y pensar para no agobiarse. Pero no hay problema, somos complementarios».
Román hace lo propio con Richi: «Es la persona más maravillosa que puedo tener como compañero. Es un amor. Yo siempre voy ofuscado por la vida, y él me frena, me tranquiliza. Eso es lo mejor y lo peor. Esa tranquilidad también le lleva a olvidarse de cosas, pero siempre le encuentra salida… Forma parte de él. Todo tiene una solución con Richi al lado».
Épílogo
Han pasado las navidades entre turrones de chocolate y bolos en Valencia. ¿Quién se lo iba a decir hace que no hace nada? Ahora practican un descanso activo como buenos autónomos: Clowns, sí; en la tierra, también. Barruntan una gala benéfica como conmemoración final a sus diez años en escena, antes de iniciar la undécima temporada del sueño ininterrumpido. Hablan y no saben donde elevar a Los Titiriteros de Binéfar por sus logros, ayudas y conexiones. Son el CIRCO la RASPA, ya saben… Centro de Interpetración y Reciclaje de Circo Oscense para Respuestas Artísticas y Soluciones Pedagógicas desde Altorricón. Y son dos tipos requetefinos, dos tipos medio chiflados, dos tipos casi divinos, dos tipos desbaratados.